“Todos al Aula” programa para combatir la deserción escolar en Ecuador
Es una búsqueda puerta a puerta. El Ministerio de Educación sigue la pista de 70.861 chicos en todo el Ecuador, de entre 5 y 14 años, que deberían estar en las aulas. Algunos nunca han pisado una escuela; otros dejaron los estudios por complicaciones debido a graves problemas sociales. Con esta búsqueda se quiere reducir la deserción escolar en el país.
En el sistema nacional de educación están inscritos 3 ‘106.770 estudiantes en el nivel general básico, que representan una tasa de matriculación del 92,70%. Sin embargo, aún resta por alcanzar a un 2,11% de chicos de ese nivel para lograr la tasa esperada de casi 95%.
Para contrarrestar la deserción escolar se diseñó “Todos al Aula“, una campaña del Ministerio de Educación que recorre las provincias, en especial aquellos sectores populares y rurales que concentran los principales problemas que causan el abandono escolar.
La pandemia generó una barrera en el acceso a la educación y su efecto posterior en la economía sigue dilatando las dificultades. La migración interna, la fragmentación del hogar, el maltrato familiar y la inseguridad que acorrala a sectores urbano-marginales son algunas de las razones que han identificado las brigadas de Todos al aula.
La deserción escolar es el abandono de los estudios sin finalizar un grado o curso. Su efecto inmediato es el rezago escolar o retraso en el nivel oficial, cuando la edad del estudiante supera en dos años o más a la edad oficial del nivel de educación que le corresponde.
La intensa búsqueda para reducir la deserción escolar
La estrategia del Ministerio de Educación para la búsqueda de chicos en edad escolar incluye brigadas que recorren sectores populares con megáfonos. La inscripción también se puede realizar en planteles y distritos educativos.
Álex Jaramillo es promotor pedagógico del plan nacional Aprender a tiempo y lidera un grupo de brigadas de Todos al aula en El Fortín, una zona de alto riesgo en Guayaquil por los continuos conflictos entre organizaciones delictivas. Para ingresar a ciertos barrios han pedido resguardo policial.
La violencia es una de las causas de la deserción. “La inseguridad es uno de los motivos -explica Jaramillo-. Suelen decir que prefieren que sus hijos estudien en otro sector y se ahorran los comentarios. Es lo único que nos dicen”.
Cada brigada tiene como meta ubicar a 20 estudiantes a la semana. Pero en zonas como Flor de Bastión, en Guayas, han identificado hasta 40 casos semanales.
Niños que nacieron en sus casas, que superan los 10 años y que ni siquiera tienen cédula de identidad. Chicos de 13 años que nunca han estudiado. Familias que migraron del campo a la ciudad, dejando atrás los estudios de sus hijos. Adolescentes que dejaron de acudir a los colegios por la violencia en los alrededores… Estas son algunas de las historias que han encontrado.
“Todos los estudiantes que se han inscrito entrarán a una fase de aprestamiento, luego de la inscripción que será la primera semana de febrero -comenta Jaramillo-. En esta fase se adaptarán y conocerán el entorno escolar, ya que en muchos superan los dos años de deserción”.
El proceso incluye una nivelación de aprendizajes. Además, una evaluación diagnóstica para determinar el grado que corresponde, según el nivel académico.
El abandono de las aulas, un problema social en América Latina
La pandemia sigue marcando un efecto silencioso en la educación y un posible efecto cicatriz sobre las actuales y futuras generaciones. Esa es la conclusión del estudio Panorama Social de América Latina y el Caribe 2022: la transformación de la educación como base para el desarrollo sostenible. El informe fue desarrollado por la Comisión Económica para América y el Caribe (CEPAL).
América Latina y el Caribe cerró el 2022 con 201 millones de personas viviendo en situación de pobreza (32,1% de la población) y 82 millones en pobreza extrema (13,1%), una cifra que representa un retroceso de un cuarto de siglo.
Esta crisis social está ahondando las brechas en el acceso a los sistemas educativos, que ya estaban presentes antes de la llegada del covid-19. La larga interrupción de las clases presenciales durante el confinamiento por el virus sigue arrastrando secuelas que requieren estrategias urgentes de recuperación para reducir su impacto.
Daniela Trucco, oficial superior de Asuntos Sociales de la División de Desarrollo Social de Cepal, explicó que América Latina sufrió el ‘apagón educativo’ más prolongado, con unas 70 semanas de cierre entre febrero de 2020 y marzo de 2022 (38 semanas de cierre parcial y 34 semanas de cierre completo). El promedio mundial fue de 41 semanas.
Esto generó un déficit en los aprendizajes básicos, problemas para el desarrollo de competencias socioemocionales y cognitivas, exclusión escolar. Como una forma de contrarrestar estas problemáticas, la Cepal recomienda invertir más en la primera infancia, universalizar el acceso e inclusión a la educación secundaria y articular estrategias con otros sectores de política pública, como salud, protección social y trabajo.
“La inversión más importante que puede hacer un país en su futuro es aumentar la inversión real por estudiante, inversión que reduzca la exclusión escolar en zonas rurales, de estudiantes en situación de pobreza, minorías étnicas, poblaciones indígenas y afrodescendientes”, dijo Trucco. La inversión por estudiante en América del Sur es de USD 353; en otras regiones esa cifra es hasta cuatro veces mayor.
Información tomada de Todos al aula, el programa para combatir la deserción escolar – El Comercio
Por: Mariana Marroquin Ortiz
Equipo de redacción de Los Mejores Colegios de Ecuador